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Koeman

Diciembre 13, 2020

El aspecto psicológico

«No creo en lo psicológico y en las cosas mentales, los buenos jugadores siempre dan un paso adelante» afirma Koeman, actual entrenador del Fútbol Club Barcelona. En 2020. Lo dice siendo ‘capitán general’ de un equipo al que se le presupone la obligación de estar, temporada tras temporada, en primera línea de batalla. En un conjunto plagado de estrellas millonarias y talento infinito. En un equipo que se encuentra sumergido en una profunda crisis económica, de identidad, de juego, de ideas y, sí, de fortaleza mental. Y, ante todo, lo dice desde el banquillo de una entidad que siempre, incluso antes que muchos otros, ha apostado por cuidar, ‘regar’ y mimar el aspecto psicológico, especialmente en sus mejores etapas. Que le pregunten a Pep Guardiola, a Luis Enrique o a Juan Carlos Unzué, casualmente nombres que han estado ‘vigilando la marea’ y controlando la ‘tempestad’ en los momentos más álgidos de la historia del Barça. O que le pregunten a Andrés Iniesta, quien él mismo confesó su difícil proceso psicológico precisamente en uno de esos momentos en los que todo debería estar bien. O a la familia de Robert Enke, el portero que no pudo soportar la presión del fallo y se quitó la vida.

KOEMAN

No creer en lo psicológico es sinónimo de no creer en la condición humana, ser incapaz de abrir los ojos en alas de la observación para mejorar y dotar de sentido el contexto en el que estás y, además, anular toda posibilidad de crecimiento y/o ‘arreglo’.

No creer en lo psicológico es no entender que una persona, en este caso un futbolista, es ella y sus circunstancias y que a veces estas oprimen, desdibujan, emborronan y dejan presas a sus mejores habilidades. Porque no somos capaces de movernos, de caminar, de actuar, si el cerebro no da la orden. Es el guía de todo y está íntimamente relacionado con nuestro estado anímico, con las influencias externas, con lo ajeno. Porque somos personas y las personas somos seres sociales que se ven influenciadas por lo que encuentran a su alrededor.

No creer en lo psicológico es, directamente, imposible. No se puede no creer, porque no es algo subjetivo.

No creer en lo psicológico desde el plano individual es no entender la repercusión que tiene ese estado de cada uno en el plano colectivo. Y, efectivamente, como bien señala la Biblia de los refranes: «De esos barros, estos lodos».

No hay duda de que en el Barça hay una crisis deportiva y quizá muy focalizada en el juego y sus resultados, pero es que estos son ‘hijos’ de la apatía hacia los estímulos que reciben los jugadores que deben ser dirigidos por alguien que no cree en lo psicológico; del bloqueo ante el error que cometen los jóvenes, probablemente provocado también por la patente falta de confianza de su guía a través de sus palabras en rueda de prensa; por esa inseguridad que genera no alcanzar las expectativas fabricadas para ti, como puede ser el caso de Griezmann; o por la frustración de no conseguir lo que te habías planteado e imaginado, como Messi. El parto de una acción –o inacción–  tiene su semilla en el embarazo por una idea… Y esto radica en lo psicológico.

Yo, y permítanme la primera persona, que sí creo en lo psicológico creo que estamos ante una persona que urge una introspección.

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Crónicas, opinión

Jesús Navas

Septiembre 27, 2020

Un vencejo andaluz

Emite un inconfundible sonido, una especie de chillido, como si quisiera anunciar que llega, que está, que ha vuelto… Ante todo que ha vuelto. Porque siempre, aunque tenga un indomable carácter migratorio, vuelve. Regresa cada primavera al mismo lugar donde, un día, estableció su nido. El nido como origen, como refugio, como hogar, como escudo y espada al mismo tiempo. Los vencejos son aves muy pequeñas con una peculiaridad: sus alas son tan grandes y sus patas, tan cortas que si cesan el vuelo necesitarán un impulso externo para retomarlo. De hecho, pasan la mayor parte del tiempo volando e incluso duermen ‘ahí arriba’… Son privilegiados a la par que especiales. Y son, también, una especie protegida. Porque, efectivamente, hay que protegerlos. Esta especie tiene una (bonita) costumbre: sobrevolar Sevilla desde que se asoma la primavera hasta que el otoño acecha en el mes de septiembre.

Sin embargo, las crías una vez que abandonan el nido familiar no vuelven como un día hizo el hijo pródigo… Pero siempre hay una excepción que confirma la regla, porque a veces hay que regresar a tu propio nido para retomar el vuelo y no marcharte nunca más. Volar en casa, este es el sueño de muchos. Migrar para volver. Así lo hizo Jesús Navas: salió de su Sevilla natal con destino Manchester (City), donde creció y mejoró hasta que se percibió preparado para iniciar el retorno a su tierra, donde no hay nadie mejor que él para erigirse como profeta… Un profeta que no hace excesivas conjeturas sino que actúa en consecuencia de estas, fabrica discípulos y celebra misas de noventa minutos en las que el sevillismo, que nunca se rinde, es la única religión.

Navas se ha enfrentado a decenas de rivales a lo largo de su carrera, pero el más difícil fue el que casi acaba con ella: la ansiedad. No es una lesión, no hay cirugía que la detenga, no hay tirita que la aplane o silencie… Simplemente se celebra un duelo entre el que la padece y ella, no es a vida o muerte pero tu cuerpo parece que así lo refleja; no te estás muriendo pero sientes que exhalas tus últimos suspiros; no te impide realmente viajar, jugar o salir, pero consigue hacerlo porque entra en tu cabeza, manipula tu cuerpo y te sientes como una marioneta en manos del villano. Todo te produce vértigo. Todo se tambalea. Todo es un precipicio que hay que evitar. Todo está tan claro para ti mientras los demás no observan ningún peligro latente ni patente. Esto es la ansiedad. Y al carrilero le sacudió desde muy joven, cuando estaba con la Sub-20 a punto de disputar un Mundial y cuando, después, llegaron las réplicas, que siempre son peores que el terremoto original, como en la que salió corriendo de un entrenamiento con el club hispalense en 2005 y se sentó solo, en un campo cercano a donde estaban sus compañeros, hasta que su familia vino a ‘rescatarle’ el día siguiente. Te haces pequeño, vuelves a ser el niño que necesita protección bajo el ala de papá o mamá, porque el mundo se convierte en un lugar hostil en el que la oscuridad generada por la ansiedad te supera.

Venció. Tuve que irse para hacerlo, sufrir bastantes episodios y recibir impulsos externos –como el vencejo– para retomar el vuelo, pero en agosto de 2017 regresó al nido y está (re)viviendo con el equipo de su vida lo que años atrás quizá le arrebató ese monstruo.

Hoy, Jesús Navas –cuyo nombre significa ‘salvador’– es el jugador con más títulos de la historia de su Sevilla Fútbol Club. Pero, ante todo, lo lleva «en volandas por siempre a ganar».

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Iván Ribera Rodríguez

Presentamos a Iván, actualmente copropietario del Fitness Center Banyeres y árbitro de la liga local de fútbol sala.
Licenciado en CAFD y con máster en alto rendimiento fútbol sala.

Ha sido jugador de fútbol y fútbol sala desde el 97 hasta el 2017 y entrenador en distintas categorías de fútbol base.

A la derecha, su curriculum:

Un pequeño resumen de su modelo de juego

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Álvaro Tato Estepa

Presentamos a Álvaro Tato, actual entrenador del Salerm Cosmetics F.C. categoría juvenil, que lleva desde el año 2013 ascendiendo en las categorías inferiores del club.
Graduado en Magisterio y especializado en Educación fisica (UJA).

A la derecha, el curriculum deportivo de Alvaro.

Un pequeño resumen de su modelo de juego

Ejercicios de entrenamiento propuestos por Álvaro

Trabajo de diferentes sistemas de juego

Presentamos dos modelos de juego:

  • Momentos ofensivos
  • Momentos defensivos
  • Roles y comportamientos de cada posición

Tres diferentes sesiones para trabajar estos esquemas de juego:

Especificación de los ejercicios que se practican en las sesiones de trabajo:

Metodología

Circulación de balón y jugadores

Sesiones de entrenamiento

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Crónicas, opinión

Victor Valdés

Octubre 25, 2018

Con las manos en la pizarra

Si fuera una banda sonora sería una melodía rock acompañada de la voz de Bob Dylan. Él, que también se sintió como la protagonista de Like a rolling stone durante su periplo en Alemania para la recuperación de su rodilla. Su hijo mayor se llama Dylan, que significa «hijo del mar», casualmente como él se siente cuando se posa sobre una tabla de surf o navega en barco.

Si tuviera que protagonizar una película optaría por cualquiera que haya interpretado su actor favorito, Humphrey Bogart, aunque él elija la chupa de cuero y las gafas de aviador en lugar de sombrero y gabardina. Eso sí, al menos en esta ocasión, se despojó de su inseparable pendiente en la oreja izquierda. Bogart, el mismo que pronunció la inolvidable cita «Siempre nos quedará París», precisamente el lugar en el que él ascendió al cielo del fútbol por obra y gracia de sus manos.

Si tuviera que elegir una profesión, jamás volvería a ser portero. Pero se quedaría, como hace ahora, al lado de los que sí han optado por esta vía para decirles lo que deben escuchar; enseñarles lo que deben aprender; y escucharles cuando sean ellos los que lo necesiten. Probablemente porque esto fue lo que él echó en falta. Y quizá por ello también contó en un libro [#MétodoV] cómo trazó su propio camino una vez asumido que sería este.

Eso sí, siempre será en esencia y quizá con más libertad que nunca Víctor Valdés Arribas, nacido en L’Hospitalet de Llobregat, aunque se siente gavanenc [de Gavà], el 14 de enero de 1982.

***

Son las tres de la tarde de un domingo, del 21 de octubre de 2018, y el sol pega fuerte en el Urbis, campo de la ED Moratalaz. Allí jugará en algo más de una hora el Juvenil A del club, grupo al que entrena Valdés, ante el Leganés C.

En pleno sur de Madrid, y con detalles en cada rincón que te recuerdan dónde estás, van llegando los padres de los niños que jugarán antes que el equipo juvenil. Sin embargo, ya pulula por ahí un viejo conocido de la grada… «Está igual que siempre» confiesa una señora emocionada a su marido y a su hijo, este último entrena a otro grupo de niños que ya habían jugado por la mañana. Otros se asomaban a la valla, con aparente curiosidad, para observarle. Y quien esto escribe no iba a ser menos… Me asomé y, sin ningún tipo de sorpresa, allí estaba: sentado, solo y tecleando algún mensaje en su móvil. Fan absoluto de la soledad, la previa del encuentro no iba a ser la excepción. Después apareció ‘su segundo’ y mostraron una gran complicidad. Con su llegada, el móvil se quedó atrás… Era hora de hablar de fútbol. Rieron y comentaron las jugadas que estaban viendo. Y no me extraña… yo misma me quedé asombrada con la garra, la entrega, la pasión y el talento que estaban dejando sobre el verde algunos de los pequeños, que se habían convertido en el preámbulo del partido que jugaría más tarde el equipo al que Valdés entrena.

***

El sol se escondió y en cuestión de minutos ha empezado a llover de manera considerable. Afortunadamente, el cielo se despejaría pocos minutos después de que el árbitro señalase el inicio del partido. Pero Valdés no se sienta en el banquillo. «Debe estar escondido por ahí» dice la madre de uno de los jugadores. Y, en efecto, se encontraba sentado en paralelo a la banda derecha, justo enfrente del banquillo con el césped como mediador, ataviado con una gorra, un abrigo negro y sus inseparables gafas de sol. Poco tardó en despojarse de todo ello y entonar su inconfundible voz para dar órdenes a sus jugadores ya que el Leganés fue el primero en anotar. Ambos equipos se fueron al descanso con el 0-1 en el marcador. Y la segunda parte bien se podría resumir en un dominio absoluto del Moratalaz.

«Juan [preparador físico y entrenador], pasamos al 4-3-3 porque están muy cómodos con el sistema actual». Ejerció de entrenador, arriesgó y acertó. Su primer intercambio de cromos funcionó a la perfección: entró Dylan y con él cambió radicalmente el encuentro. Su otro «hijo del mar» marcó el empate y se adueñó de la banda a la que Valdés, desde el primer minuto, se había pegado. Con el 1-1 en el marcador, los chicos del ‘Morata’ acorralaron a un Leganés que se quedó atemorizado en su área y que protagonizó apenas dos contras en los últimos 45 minutos. Todo se jugó en el área del ‘Lega’ y los de Valdés estuvieron muy cerca de llevarse la victoria. Pese a que se produjo un reparto de puntos, los locales contaron con el aliento de una improvisada grada de animación con miembros de otros grupos del Moratalaz y amigos de los que estaban jugando. Incluso el propio Valdés se despidió de ellos cuando el colegiado señaló el final del encuentro con una sonrisa pícara tras escuchar las continuas ovaciones y palabras de ánimo hacia sus jugadores.

***

Al término del encuentro y de la innegociable charla a sus futbolistas, el actual técnico salió por la puerta del Urbis; se despidió de los presentes y se montó en su ansiada Harley [vehículo que deseaba desde que era futbolista] y dejó el sur de Madrid atrás hasta el próximo entrenamiento.

***

El niño que nunca quiso ser portero pero fue uno de los mejores del mundo está escribiendo un nuevo capítulo en su particular historia. Quién sabe si, algún día, formará parte de la de otro jugador como parte protagonista desde el banquillo. Alma e intención tiene. Y talento, como siempre, le sobra.

Las manos de Víctor Valdés han dejado de detener los balones a Drogba, Cristiano o Henry para escribir estrategias tácticas en una pizarra en la que, esta vez, su nombre se sitúa bajo la denominación de ‘entrenador‘.

Atrás queda la ‘cárcel de cal’ en la que se convirtió la portería para él, como intenta reflejar la imagen de esta crónica, para mudarse de manera definitiva a un banquillo en el que cada vez se siente más cómodo con su nuevo papel.

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Crónicas, opinión

Arturo Vidal

Mayo 13, 2019

Rey de espadas

FC Barcelona

Cometierra‘, así le llamaban cuando era pequeño porque siempre acababa los partidos con heridas y graves problemas para respirar. Pasa el tiempo y Arturo Vidal mantiene exactamente el mismo ritual… A pesar de que ha cambiado el barro por el césped –ahora del Camp Nou– sigue siendo ese infatigable futbolista que inhala el oxígeno perdido cuando el árbitro señala el final del encuentro.

El chileno soplará 32 velas el próximo 22 de mayo y aunque el regalo soñado –la Champions– se sigue resistiendo, Vidal tiene claro que debe continuar por el camino trazado. Así se lo hizo saber la afición el pasado domingo.

Llegó a Can Barça con más detractores que defensores, como lo hizo su ‘tocayo’ el Rey Arturo cuando se convirtió en monarca de Camelot, lucha armada mediante, después de haber arrancado la espada de aquella piedra. Vidal copió su mapa de ruta: sacó la espada de una piedra blaugrana plagada de prejuicios y (de)mostró que su fútbol tiene sitio en el templo culé.

El chileno ha construido su particular Camelot en la medular del Camp Nou con su aguante, su fe incesante y su buen hacer con el balón –porque sí, también lo tiene–. De hecho, Guardiola, confeso republicano cuando este rey con cresta pisó su palacio en Múnich, terminó convirtiéndose a su particular monarquía. Y aunque su rodilla derecha, en dos ocasiones, quiso convertirle en un Aquiles derrotado, ha demostrado que su espada siempre consigue zafarse de los obstáculos a los que se enfrenta.

Se acostumbró a luchar desde bien pequeño, cuando tuvo que ayudar en casa ante la ausencia de su padre, la llegada de su hermana y una madre que no daba más de sí. Encontró en sus botas la varita mágica de Merlín y fue allí, en la barriada de San Joaquín, donde empezó a escribir su particular historia en el fútbol.

En su memoria habitan recuerdos [“el hambre y el frío que pasaba con mi familia; la forma en la que luchó mi madre y todo el esfuerzo que tuvo que hacer para darnos algo sin tener nada”] que le llevan siempre hasta donde pocos más, o ninguno, llega.

La cultura del esfuerzo, la obligación de superarse y la fuerza de la antigua necesidad son las que le han convertido en un centrocampista que, siempre, acaba teniendo reservado su sitio en el once.

El Camelot de Arturo Vidal no es ningún estadio: es el el balón reconvertido en pócima el que ha hecho del chileno el auténtico Rey Arturo.

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Crónicas, opinión

Frenkie De Jong

Agosto 9, 2020

En el paisaje de su pequeño pueblo natal, Arkel, se cuela un molino de viento: es sencillo a la vista, sin demasiados adornos estéticos, cumplió con su función años atrás y ahora ejerce como marco de recuerdo. Con su movimiento de aspas buscaba drenar el agua o moler el grano… Exactamente igual que Frenkie de Jong en el centro del campo del Fútbol Club Barcelona.

Nieto del ‘Cruyffismo‘ y alumno de las mejores escuelas de dicha corriente: visualiza, organiza y fabrica. Rápido en el aprendizaje, en su carrera –en el sentido más literal– tenía un sueño –jugar en el Barça– y un objetivo –hacerlo en el centro del campo–. Una vez acomodado en ambas metas, sigue tomando apuntes –y no solo de castellano–. Ahora no sueña con ser mejor, trabaja para serlo: quiere dotar de más calidad su pase en largo, aumentar el número de pases decisivos y al mismo tiempo, el de goles. Y, aunque hay quien aguanta la respiración cuando se sitúa de cara al portero y de espaldas al resto, él ha aprendido a mover sus aspas en la mejor dirección.

Marca el inicio, siembra las raíces y las hace crecer con sus movimientos posteriores. Como el molino de Arkel: ‘drena’ en la zona defensiva y se encarga de ‘moler’ en la ofensiva. El centro del campo es su hábitat y cuando forma dupla con Sergio Busquets, como un día fueron Don Quijote y Sancho, Frenkie dibuja y desdibuja auténticas obras de arte (re)convertidas en jugadas. Así es a sus 23 años. Y hablamos de alguien que a los seis impuso en casa la decisión de marcharse a jugar al Willem II, donde, más tarde, optó por mantener al Ajax aguardando su llegada para debutar como canterano en el primer equipo del club que apostó por él antes que nadie; una vez en ‘territorio Cruyff’, y después de brillar en él, dejó la llamada culé en espera porque sentía que debía jugar más y mejor allí y devolverle la confianza que le habían dado; y, finalmente en Barcelona, conquistó la paciencia de la grada para ofrecerle su mejor versión. Así es Frenkie: un joven futbolista que, pese a la rapidez de su carrera, siempre mide (bien) sus pases.

Desde que anunció esa primera decisión, no ha dejado de tomar una detrás de otra: ese es el arte que crea con el balón como pincel. Este es Frenkie De Jong: nieto de Cruyff e hijo de Ten Hag.

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Crónicas, opinión

Ojalá vivir como juega Messi

Julio 12, 2020

Ojalá saber cuándo merece la pena retroceder unos metros hacia la medular en busca del balón para que la incursión en el área rival surta el efecto buscado: el gol. El gol como objetivo. El gol como meta. El gol como termómetro del éxito. Porque si esa red tiembla cuando el balón la acaricia es que, probablemente, ha merecido la pena. Ha merecido la pena el sprint para alcanzar el esférico, el giro sobre el lateral que conduce para que no consiga echarme de la carretera, el ímpetu de los compañeros que me acompañan custodiando mi carrera… Quizá en el inicio de la jugada los tacos de mis botas quemaban porque pensaba con más rapidez de la que me movía, pero estoy segura de que, después de ver esa red zarandeándose, habré sentido mis pies descalzos sobre el césped fresco, húmedo y recién cortado.

Ojalá vivir como juega Messi.

Ojalá medir con precisión cuándo el camino se debe hacer andando o, por el contrario, requiere una sexta velocidad. O quizá un dribling que evite (des)encuentros.

Ojalá vivir como juega Messi.

Ojalá mantener la sencillez como método de trabajo y de actuación y, aun así, resultar elegante. Que todos sepan lo que voy a hacer, pero conseguir sorprenderles. Que me divierta mientras veo las reacciones, pero sobre todo mientras las llevo a cabo.

Ojalá vivir como juega Messi.

Ojalá ser capaz de conjugar la inocencia de mi niñez con la sabiduría de mi edad adulta, agitarlas y convertirme en una gigante que avanza a pasos de pulga pero que sabe, segura, que llegará al área.

Ojalá vivir como juega Messi.

Ojalá no sentir miedo ante nada ni ante nadie porque confío en mí, aunque a veces no todo me salga bien. Ser también lo suficientemente valiente como para rodearme de los mejores. Y, además, que ellos me sumen y yo les sume para que juntos multipliquemos más que dividamos… Así, los números siempre serán más altos y mejores: los suyos y los míos.

Ojalá vivir como juega Messi.

Con la tranquilidad de exprimir el presente y la certeza de que el futuro me situará en buen lugar y, entonces, la huella que deje será la de una gigante que un día caminó a paso de pulga.

Ojalá vivir como juega Messi.

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Entrevistas

Paco Jémez

Diciembre 1, 2015

«Nuestra idea es que no se puede vivir en un orden constante»

UD Las Palmas

Hoy hablamos con Paco Jémez. Con él, profundizamos en los aspectos de su sistema de juego, con el que ha ganado muchos adeptos y detractores; nos habla de la importancia de las personas de su alrededor, de los que forman su staff técnico; de la necesidad de aprender continuamente en algo tan cambiante como es el fútbol. Jémez es, sin duda, un hombre de balompié, del de su etapa como futbolista, en la que primaba el talento natural. 

¿Por qué fútbol?

Creo que es lo que me ha tocado vivir. Cuando era pequeño no había Play Station, teléfono… no había nada. Tenías un balón y amigos con los que jugar. Desde que tengo uso de razón he vivido el fútbol; he jugado al fútbol en la calle y en el colegio, en los equipos en los que he jugado…

Cuando jugaba ya como profesional, ¿se dio cuenta de que llevaba un entrenador dentro o fue con el paso del tiempo?

Yo creo que fue con el paso del tiempo… En los últimos años de mi carrera cuando me saqué los títulos y me planteé el hecho de al menos probar y ver si se me podía dar bien.

¿Cree que un jugador y un entrenador dejan de aprender en algún momento de su carrera o es una formación constante?

No. En el momento que dejas de aprender es cuando empiezas a tener muchas carencias. El fútbol es algo tan dinámico y cambiante que cada día te sorprende y yendo a cualquier campo o viendo a cualquier equipo aprendes y ves cosas nuevas. Creo que ese inconformismo de querer aprender cada vez más es fundamental.

Es un defensor de la posesión del balón, pero algunos se empeñan en infravalorar este aspecto del juego, ¿qué opina de ello?

Creo que no hay una sola manera de jugar al balón. Se puede jugar de distintas formas para obtener resultados y todas son válidas. Yo decido una y otros, otra. No critico al resto. A mí me gusta la que hago y es con la que me siento contento, con la que me siento satisfecho y es la que intento llevar a cabo, pero entiendo que hay otras maneras de jugar al fútbol que son tan buenas como la que yo hago o más.

Claro, pero si su equipo tiene el balón, le da más posibilidad de hacer gol, ¿no?

Todo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Es cierto que los riesgos que nosotros cometemos a la hora de sacar el balón jugado desde atrás son muy grandes… cualquier pérdida te puede suponer un gol, mientras que si jugáramos con un juego más directo, perderíamos posesión, pero el balón estaría más lejos de nuestra portería. Hay que buscar un equilibrio para que las cosas buenas estén por encima de las malas.

Precisamente hablaba de riesgos… Usted es partidario del “quien no arriesga, no gana”, pero, ¿ha habido algún partido en el que se haya planteado cambiar ciertos aspectos del sistema de juego o siempre se ha mantenido fiel a sí mismo?

En cuanto a ese aspecto: no lo he hecho y no lo pienso cambiar. Entiendo que nunca seré lo suficientemente valiente. A la hora de jugar hay dos tipos de equipos: los que salen a ganar y los que salen a no perder y yo quiero que mi equipo sea de los primeros. No quiero tener la sensación de que mi equipo tenga que defender nada ni de guardarme nada. En los partidos hay que intentar ganar siempre. Es verdad que hay días en los que no se puede ganar, pues esos días intento no perder. Pero la idea es salir a ganar, a jugar bien, a por los tres puntos, independientemente del equipo que tenga enfrente. Esto es algo que, con el paso de los años, he entendido que lo necesito para poder ser entrenador y poder competir.

Cruyff dice que en el fútbol no es tan necesario correr, pero sí jugar con el cerebro. Y usted además defiende que hay que hacer pensar al jugador constantemente, ¿qué porcentaje le da a la inteligencia a la hora de jugar y cuál al físico?

Hoy en día hay que reconocer que los futbolistas son cada vez más atletas. Una parte muy importante del fútbol se basa en el físico, sobre todo con la intensidad que se juega hoy, que los jugadores son más potentes, más fuertes, más rápidos, son más ágiles, resisten más… es decir, en ese aspecto podemos decir que jugadores que no tengan un buen físico, les costaría bastante trabajo jugar en la élite. Pero sí es cierto que el verdadero talento se ve cuando tienes el balón en los pies. Yo entiendo que un jugador que piensa y, sobre todo, que piensa rápido, es un jugador inteligente y va por delante del resto. Hay jugadores que a lo mejor no tienen ese talento físico, pero sí tienen una rapidez tan grande para pensar que les hace más rápidos que al resto porque ven las cosas antes que los demás. Tener un poco de todo en el equipo es el equilibrio ideal: gente potente y gente que piense mucho y que decida pensando. Es verdad que el jugador hace muchas cosas de manera innata o de manera involuntaria, pero la mayoría de las cosas se han pensado antes.

O sea que es importante el equilibrio a la hora de jugar, pero es la inteligencia lo que diferencia a los jugadores de los buenos jugadores.

Totalmente. Lo has explicado muy bien [ríe]. La diferencia entre un buen jugador y un gran jugador está en la rapidez mental.

Precisamente su sistema de juego se basa en empezar desde atrás jugando con el portero, que es el que mejor visión de juego tiene. ¿Cree que el papel del portero es el más difícil de asumir ya que no es tan recordado en las victorias y sí en las derrotas?

Nosotros intentamos que no sea así. Cuando ganamos partidos no le damos el mérito solo a los delanteros y cuando perdemos no solo le echamos la culpa a la defensa, sino que analizamos todo lo que pasa en ataque y en defensa en conjunto. Es verdad que los que peor lo pasan y los que más riesgos corren son nuestra defensa y nuestro portero. Pero también les convencemos, les ayudamos y trabajamos con ellos para que entiendan que ese es el trabajo que tienen que hacer y que lo tienen que intentar hacer bien. Pero es verdad que dentro de nuestro sistema los jugadores más maltratados, entre comillas, son los defensas y el portero.

De ahí la importancia de trabajar también el aspecto psicológico, ¿no?

Sí, sí. Nosotros somos un equipo que entendemos que no nos puede hacer daño absolutamente nada. El fútbol te depara cosas buenas y cosas malas. Las malas, las sopesamos y sacamos conclusiones, pero no nos hacen daño. Y las buenas, nos refuerzan. Esa es nuestra manera de entender el fútbol.

Precisamente un portero que ha pasado momentos difíciles, Víctor Valdés, dice que alcanzó su éxito menospreciando la presión, teniendo cierta actitud de pasotismo ante las citas pero preparándolas en los entrenamientos y pensando siempre en negativo, ¿está de acuerdo o prefiere una visión más positiva?

Cada persona conoce su mente y sabe lo que necesita. Está claro que a veces a mucha gente una excesiva presión le juega una mala pasada y da la sensación de que son un poco ‘pasotas’, pero es su manera de ser. Y así es como entienden la competición y así es como llegan mejor a ella. Yo, en ese aspecto, soy muy cuidadoso con lo que cada jugador necesita. Es verdad que a nivel grupal sé más o menos lo que hay que darle a cada uno, pero luego a nivel individual, cada uno entiende su papel y su comportamiento de una manera. A unos les va mejor una cosa y a otros, otra. Realmente el saber lo que necesita cada uno es lo importante para saber dárselo.

También afirma que el desorden es la mejor arma para sorprender al rival, ¿cómo inculca esto a tus jugadores?

Nuestra idea es que no se puede vivir en un orden constante. Es decir: si tú estás ordenado y yo estoy ordenado, ¿quién gana el partido? Lo que intentamos es desordenarnos para provocar desorden en el contrario, pero a la vez ordenarnos rápidamente. Por ejemplo: en nuestro sistema de juego, la subida de los laterales provoca un desorden táctico. Nosotros lo que intentamos es, con movimientos por detrás, arreglar ese desorden pero a la vez generar un desorden en el equipo contrario. Es decir: lo que hacemos es desordenarnos y ordenarnos continuamente para que parezca que no nos hemos desordenado, pero para que esos desórdenes sí aparezcan en el contrario.

No entiendo un partido en el que estés ordenado 90 minutos porque eso es un aburrimiento… nadie se mueve para ningún lado, nadie genera las superioridades y nadie hace daño.

Entonces: cuando digo que soy un enamorado del desorden me refiero al desorden que conlleva un orden por atrás. Si te desordenas y no te vuelves a ordenar, eres un equipo vulnerable.

Diego Pérez, su analista, me dijo que “estar a su lado es un aprendizaje continuo y que trabaja lo mejor posible para facilitarle el trabajo”, ¿cree que actualmente el papel del analista es fundamental en una plantilla?

Sí, muy importante. De otra forma, nosotros no tendríamos tiempo para llevarlo todo. Hoy en día la figura del analista y, sobre todo, la cantidad de material que tenemos para que nos facilite la vida y nos ahorre muchas horas de trabajo es fundamental. Yo en Diego tengo un apoyo fantástico porque él ya lleva cuatro años trabajando conmigo y ya sabe lo que quiero; las cosas que yo no le doy se las pido y me las saca perfectas, siempre acierta. Ya vamos los dos de la mano. Él sabe lo que yo necesito para poder dárselo a los jugadores cada partido y cuando yo por tiempo no puedo dárselo, él me lo da. Esto conlleva mucho tiempo juntos, conocer las necesidades del entrenador para poder ayudarle en la tarea. Diego nos hace un trabajo en la sombra que nos ahorra muchísimo tiempo.

De ahí que los entrenadores siempre hacéis hincapié en que no solo sois vosotros, sino que hay mucha más gente dentro del staff técnico.

Sí, está claro. Se habla mucho del ego de los jugadores, pero no te puedes imaginar el ego de los entrenadores… [ríe]. Creemos que todo lo que pasa a nuestro alrededor es porque somos unos fenómenos y alrededor lo único que pasa es que hay mucha gente facilitándonos la tarea. Y eso hay que valorarlo. Siempre hablo de la gente que me rodea, de mi cuadro técnico, del doctor, de los fisios, de los utilleros, del delegado, del analista, del recuperador… de toda la gente que con su trabajo favorece el nuestro. Ellos lo que hacen es que nosotros tengamos el mínimo de preocupaciones posibles para que toda nuestra atención esté focalizada en el equipo y en los partidos. Esto no es un trabajo de uno solo, sino de un equipo. Y nunca mejor dicho. Un equipo que trabaja día a día para que el trabajo los jugadores y el entrenador sea más sencillo.

¿Qué tiene mejor sabor un título o un ascenso?

Yo creo que depende de cuánto de resultadista seas. Me explico: ganar algo siempre es una alegría inmensa, pero sí es verdad que hay muchos equipos que no pueden ganar cosas, pero esos equipos también tienen satisfacciones: cuando juegan bien, cuando quedan bien clasificados… Hay que entender que no todos los equipos están en situación de poder ganar un título, eso está acotado solo para unos pocos. Entonces: si eres un gran resultadista y solo te fijas en los equipos que ganan cosas, te quedas con muchos equipos fuera. Y son equipos que hacen las cosas muy bien, que juegan muy bien, que compiten muy bien y que cumplen sus objetivos dentro de la temporada. Es verdad que no te van a ganar la Liga, la Champions o la Copa de Rey, pero son equipos que también hacen muy bien las cosas y que también podrían hacerlo en equipos grandes. Hay que diferenciar un poco cuáles son los equipos que tienen potencial para poder ganar y cuáles son otros que tienen potencial para otras cosas.

Precisamente el Rayo realiza una continua labor social, ¿cambiaría esa admiración que recibe el club por un título?

No, no. Un título siempre lo puedes ganar, pero conseguir lo otro es complicado. Nosotros entendemos que el apoyo y el cariño que la gente nos da cuando saltamos al terreno de juego no basta solo con pagárselo con sacrificio, con resultados, con buen juego… creo que con eso no llega. Por ello hay una relación muy directa entre lo que es Vallecas y lo que es el Rayo Vallecano. Esa labor social que hace el Rayo en su conjunto, que siempre estamos dispuestos a hacer lo que podamos y echar una mano a quien podamos, es un vínculo muy fuerte entre una afición y un equipo que es muy difícil de crear.  Entonces: si tú a mí me dices ahora si cambio eso por ganar la Copa del Rey, te diría que no. Y te diría que no porque creo que tiene más mérito, que da más satisfacción que el hecho de ganar un título.

Además, no es solo la admiración que despertáis dentro de la propia afición del Rayo, sino también a nivel nacional e incluso internacional.

Sí, pero eso son cosas que vienen añadidas. Nosotros hacemos las cosas porque creemos que es lo que tenemos que hacer en ese momento. De verdad que no lo hacemos para que nadie nos lo reconozca ni para levantar la admiración de nadie. Hacemos muchas cosas en el barrio, que seguro que no son todas las que nos gustarían, pero dentro de nuestras posibilidades intentamos ayudar a muchas familias y mucha gente que lo necesita y con eso nos basta. Además, muchas de las cosas que hacemos la gente ni siquiera se entera porque no lo hacemos para salir en los periódicos, no lo hacemos para que digan: “mira los del Rayo qué majos son”, no, lo hacemos porque creemos que es nuestra obligación, porque nos sentimos bien haciéndolo y porque es una manera de recompensar a toda esa gente que viene a animarnos semana tras semana.

Seguro que habrá visto a muchos niños que lo están pasando mal ahora en España, pero que sueñan con ser futbolistas, ¿qué les diría?

Que no hay nada imposible. Yo vengo de una familia muy humilde… de hecho, agradezco que mis padres hayan sido pobres porque me han dado unos valores y me ha hecho vivir una vida que ahora me vale para lo que me dedico. Lo bueno del fútbol es que iguala a la gente. Es decir: porque tengas mejores botas o mejor balón, no vas a ser mejor jugador. De hecho, los mejores futbolistas que ha dado el fútbol han salido de la calle: gente que ha jugado en barro, en la carretera… Lo bonito que tiene el fútbol es que con un balón, unos cuantos amigos y la calle, puedes aprender y puedes tener ese talento e ir creciendo y llegar a profesional. Yo le digo a la gente que luche por sus sueños, que pelee, que lo intente. Que si al final no lo consigues, te quedes con que lo has intentado al máximo.

Muchos de los niños que hoy son pobres y no tienen recursos, si sueñan con eso y lo persiguen y son constantes, pueden llegar a jugar en Primera División. Yo creo que merece la pena.

Si tuviera que definir el fútbol de su etapa como futbolista con una palabra y el fútbol actual con otra, ¿cuáles serían?

En mi época era más talento, talento natural. Y ahora es más talento modificado, entran otras variantes que antes no se mantenían. El fútbol y el jugador han cambiado mucho. Ahora con el fútbol no llega, hay que publicitarlo, hay que buscar otras cosas que no solo sirvan para jugar sino también para vender. Algo a lo que hay que adaptarse.

¿Qué sueño le gustaría cumplir como técnico?

Lo que estoy cumpliendo: disfrutar con mi trabajo; no perder nunca la idea que tengo de fútbol, no perderla nunca jamás, sobre todo si algún los resultados no son los que espero… Y si puedo soñar con algo: mejorar en mi carrera profesional. Todos los entrenadores quieren mejorar, quieren estar en mejores sitios, quieren tener opción a ganar títulos y a competir con los mejores. Entiendo que eso es un sueño y que eso dependerá de lo que hacemos día a día, de lo que haga en el Rayo y de lo que haga el día de mañana en el equipo en el que esté.

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Entrevistas

Roberto Trashorras

Septiembre 30, 2016

«El futbolista nace»

Embruja con sus buenas artes cuando tiene el esférico en sus pies. De ahí, su apodo. Asegura que el futbolista nace, que es algo innato, a lo que yo añadiría que intrínseco para algunos. Y no entiende un fútbol que no se base en el buen juego, por fortuna para los que le vemos jugar. Nunca disfrutó tanto con el balompié como en sus humildes orígenes… pese a que aprendió de los mejores en Can Barça. Vallecas está enamorado de él y viceversa, por ello no responde a invitaciones de otros ‘pretendientes’. Es capitán por carácter, obra, gracia y méritos. Y, ojalá, se decida por el camino de entrenador cuando cuelgue las botas. Disfruten de sus palabras, que de su fútbol ya lo hacen cada fin de semana. Con todos ustedes: Roberto Trashorras.

¿Por qué fútbol?

Sinceramente, no sé porque fue. Creo que alguien cuando nace lo lleva dentro. Yo, desde pequeño, tenía claro que quería jugar al fútbol. Desde que pude con la pelota, jugaba con ella. Empecé en mi pueblo, en la plaza.  A partir de ahí tenía claro que quería ser futbolista.

¿Ser futbolista es, por tanto, un don? Uno es futbolista porque quiere y puede, porque hay muchos que quieren, pero no son válidos…

Creo que sí. Al final es algo con lo que naces. Después intentas mejorar, pero es algo innato. Te gusta jugar al fútbol y sabes. Cuando vas avanzando en tu carrera ves si tienes mimbre para ello o no. Si juntas el querer y el poder, te dedicas a esto.

Lleva ya bastantes años en este mundo para saber quién le ha marcado más en su carrera…

Han sido muchos, lógicamente. Desde el primer momento que empiezas de manera más seria aparecen personas importantes… sin ir más lejos, en mi primer equipo: el Racing Vilalbés. Y cuando llegué a La Masia había gente como Cruyff, Rexach… que marcaron mucho mi carrera. Sería muy difícil escoger a uno por encima de otro ya que en su momento cada uno me aporto algo para llegar a donde he llegado.

Hablaba del Racing Vilalbés… ¿Qué me puede decir de sus inicios? Esa etapa que es, probablemente, la más romántica del fútbol…

Disfruté mucho… No quiere decir que ahora no lo haga o que momentos atrás no lo haya hecho, pero esos momentos con la libertad que uno tenía al tener la pelota, unos amigos y una pared o red, ese fútbol es el que más me ha marcado. Ahí uno se da cuenta que es lo que quieres. Estaba deseando que acabara el cole para poder ir a jugar al fútbol. Me hizo ver que era mi pasión.

Después llegó La Masia. Te llamaron “La Brujita del Mini” comparándole con Verón… ¿Cómo vivió aquellos momentos?[Ríe] Fue uno de los momentos más importantes. Empezaba a despuntar en el filial, llegué a jugar con el primer equipo… Y en ese momento uno de los jugadores más destacados a nivel mundial era “La Brujita Verón”. Y como jugaba en su posición, llevaba el pelo parecido… un buen amigo periodista, Edu Polo, me llamó así y ahí quedó.

Pasó de delantero centro a mediapunta. ¿Le resultó brusco?

No, no. Sabía que cuando firmas con un equipo como el Barça, sobre todo a partir del centro del campo. El fútbol del Barça es muy particular, con un estilo muy marcado… y al final la gente de arriba tiene que saber jugar en todas las posiciones. A mí no me resultó difícil porque llevaba desde muy pequeño haciéndolo.

No hay mejor lugar para un centrocampista que el Barça, ¿no?

Sí. Creo que la demarcación que más se resalta allí es la de centrocampista. Si hay algún jugador que defina al futbolista del Barça es aquel que domina el balón, el tiempo de juego, la posesión… y esto, al final, es lo que hacen los centrocampistas.

Exacto. Al final, sus mejores jugadores son los que han sido los mejores centrocampistas: Xavi, Iniesta, ahora Busquets…

Sí, por ello digo que el futbolista que mejor representa los valores de La Masia es el centrocampista puro. Xavi, Iniesta, Busquets… han salido muchísimos más, pero piensas en ese ‘jugador tipo’ que lleva muy dentro los valores de calidad, posesión, control del juego, etcétera, es evidente que sale de allí.

Sampaoli dice que él sabe qué partido va a ver en función de los centrocampistas que tenga el equipo… ¿Comparte esta visión?

Sí [Ríe]. Soy muy propenso a pensar lo mismo. En función de la importancia que se le dé a esa zona y de las cualidades de los centrocampistas: más ofensivos o más defensivos, sabes cómo será tu equipo. Después puedes tener delanteros rápidos, defensas fuertes… pero realmente quien te da la forma de jugar es el centrocampista que tengas. Si juegas con centrocampistas muy defensivos u ofensivos, tu equipo será así. Sí, soy de los que piensan que en función de cómo son tus centrocampistas, sus cualidades y de cuántos pones, así será tu idea de fútbol.

¿Qué tiene de especial el Rayo y su gente? Tienen una historia de amor mutua desde hace años…[Ríe]. He estado en muchos equipos, pero el más especial y en el que más a gusto he estado, es el Rayo. Al tener un barrio con unos valores tan marcados detrás, lo hace muy especial. Cada equipo en el que he estado tiene su momento, su manera de entender el fútbol y algo bueno siempre, pero el Rayo es especial por su gente. El Rayo es una forma también de entender la vida… para nuestros aficionados no es solo un equipo de fútbol, es sentir unos colores.

¿Es esto lo que hizo que optara por quedarse en el Rayo a pesar del descenso? Recibió muchas llamadas para poder irse…

Sí. Tenía opciones de marcharme y el club lo sabía, pero siempre dejé claro que mi primera opción era seguir aquí. Y, sí, evidentemente tiene mucho que ver con lo que te he comentado, pero también porque siento que aquí que aquí la gente me respeta y me trata con cariño, me valora sobre todo el trabajo que he hecho estos últimos años. Creo que quedarme es una manera de agradecerles todo lo que me han dado, que aunque ya lo he intentado estos años, quería hacerlo así también.

No solo es querido por los rayistas, gusta a todo aficionado al fútbol… ¿Esto le supone una responsabilidad o un orgullo?

Ambas. Cuando le gustas no solo a tu afición, sino a más, es un orgullo. El hecho de gustarle a tu gente es más lógico, pero gustarle a gente de otros equipos también te gusta. Pero también es una responsabilidad, porque cuando uno crea expectativas se le exige más que a otros. Mi carrera siempre ha sido así: he sido uno de los jugadores más señalados para bien y para mal, pero he sabido convivir con ello. Es una responsabilidad exigente, pero forma parte de mi vida deportiva.

Y algo tiene que ver también con ser capitán, ¿no? Al final, los que toman esa responsabilidad, también son capitanes.

Sin duda. Ser capitán conlleva muchas cosas y no solo a nivel deportivo: también hay que ayudar al que viene de fuera, cuando las cosas van peor hay que mantener esa calma que te da la experiencia… pero sobre todo ayudar en los momentos más difíciles e intentar mediar para que todo vaya bien.

¿Al lado de qué futbolista le hubiera gustado jugar o en qué equipo mítico?

He tenido la suerte de estar en uno de los mejores, que es el Barça. Era mi sueño y lo conseguí, pero me hubiera gustado en equipos míticos como el Milan o el Manchester, que también en su momento eran equipos muy potentes. Ahora siguen siéndolo, pero en mi época eran aun más importantes a nivel deportivo, porque ganaban asiduamente la Champions… Me fijaba mucho en ellos.

¿Y cómo entiende el fútbol Roberto Trashorras?

Creo que es un deporte en el que prima ante todo el espectáculo. Soy de los que piensa que en el fútbol hay que jugar bien y a partir de ahí se construye este deporte. Creo que si un aficionado paga una entrada, hay que devolverle ese dinero, esas ganas y esa ilusión por verte con buen fútbol… y luego el resultado es una consecuencia de lo que uno haga. Me gusta jugar bien al fútbol y cuando lo veo, lo que exijo, es lo mismo.

Sí, esa parte más romántica del fútbol. No es solo un deporte, también un sentimiento.[Ríe]. ¡Sí! Y más que un resultado. Al final, lo que le gusta a un aficionado es ganar como sea, pero creo que es más importante el cómo se hacen las cosas y no solo el fin. Prefiero ver un partido de mi equipo en el que juegue bien y salga del campo habiendo disfrutado en vez de ganar sin hacerlo así. Sé, que a posteriori, ese equipo ganará, porque hará más cosas que el rival. Es muy importante el cómo se hacen las cosas.

Con lo que me dice, le veo como entrenador… ¿Y usted?[Ríe]. Es una posibilidad. Es lo que hablábamos cuando empezaba la conversación… Desde pequeño te das cuenta de que puedes vivir de esto y toda mi vida ha estado ligada al fútbol. Sé que seguiré en el fútbol, aunque no sé si de entrenador.

¿Qué le diría a los niños que, como usted hace años, suenan con ser futbolistas?

Que estudien. Por desgracia, no todos los niños que tienen cualidades llegan a ser futbolistas. Y que no pierdan esa ilusión. Que nunca pierdan la humildad tampoco. Y que entiendan que si una puerta se cierra, que no desistan. Hay cabida para todos: si no es un sitio, será en otro. La pasión por dedicarte a esto es fundamental.